sábado, 3 de noviembre de 2012

Pensarán que soy machista pero NO!



Margarita de 21 años de edad, de Kurgan, en Siberia, mide 1.45 metros de altura: 5 cm menos que la altura promedio en Rusia. Pagó $26.000 para que fracturaran sus piernas y colocaran unos tornillos para alargar sus huesos y lograr alcanzar el 1.50 metros que en su opinión la hará sentir más normal y tener más y mejores posibilidades de casarse.

Andrea de 38 años de edad, de Hatillo, Costa Rica, se las ingenió para crear un problema de la nada y tener la excusa de abandonar a su novio con el cual convivía. Cuando él le ruega volver juntos, ella contesta: "de mi casa no vuelvo a salir si no es casada, como Dios manda". El ignorante, le propone que él está dispuesto a casarse en dos semanas y efectivamente es cazado en medio de una celebración entre chicharrones y decoraciones improvisadas. Ella le confiesa a una compañera de trabajo: "Yo hice mucho desastre de joven y necesitaba casarme para enmendar mi pasado y darle un padre a mi hijo. Si no lo empujo un poquito, ahí me quedo esperando".

Isabel se graduó con un doctorado en Mecánica de Medios Continuos en la Universidad Carlos III de Madrid. La tipa sabe cómo diseñarle un carro pero no sabe qué hacer ante la infidelidad descarada de su esposo. A ella le preocupa toda la "inversión" que se ha hecho en su matrimonio, los niños se quedarán sin padre...qué haría él sin ella? Al esposo no le cruzan estas preocupaciones por la cabeza claramente.

No se a usted, pero a mi estas referencias reales me producen muy mala vibra. Con los años he aprendido que no se puede culpar siempre a los hombres por nuestra opresión. Más me voy inclinando en que somos propensas a aprovecharnos de una victimizacion teatral. Resulta un insulto a quienes son verdaderamente explotadas, escudarnos en estas historias para no asumir responsabilidad de nuestra propia existencia. Muchas feministas podrían manifestar que los hombres nos han sumido en esta condición a propósito, para mantenernos brutas, pero tampoco me como tal cuento. Desafiemos la pereza y seamos mujeres de verdad, ya no hay excusas.